Nicté-Ha, la flor acuática


¿Has visto alguna vez una bella flor de delicado perfume que crece en los estanques y cenotes? 

Pues esa flor no siempre estuvo allí. Antiguamente era una linda joven, a quien los dioses le concedieron el don de halagar nuestra vista y nuestro olfato. 

Cuenta la leyenda que en la tierra del Mayab, antiguamente vivía en la ciudad de Nan Chan, hoy Palenque, un apuesto príncipe llamado Chak Tzitzib, que quiere decir “cardenal”. Su padre, el rey, había decidido casarlo con una princesa de tierras lejanas, pues pronto lo sucedería en el trono. Sin embargo, el corazón del joven príncipe ya tenía dueña: Estaba perdidamente enamorado de la hermosa doncella Nicté-Ha, que significa "flor de agua", quien era hija del guardián del Cenote Sagrado.

Ambos padres ignoraban que los jóvenes se amaban, y que todas las noches se reunían junto al espejo de agua para declararse su amor. 

Chak Tzitzib portaba siempre una túnica roja y escribía bellos poemas y canciones para su amada, los cuales le leía cuando estaban juntos. Eran sumamente felices. 

Pero sucedió que el Gran Sacerdote los descubrió. Con enorme rabia y malestar veía florecer ese amor. 
"¡Jamás una plebeya será reina de Nan Chan!" se dijo. Y comenzó a urdir un trágico final para esta historia de amor... ¡Nicté-Ha debía desaparecer para siempre!

La nana del príncipe, quien lo había cuidado desde niño y lo amaba como a un hijo, se dio cuenta del malévolo plan y advirtió a su señor. Entonces, Chak Tzitzib envió a su nana para que trajera a Nicté-Ha al palacio y poderse casar en secreto. 

Infortunadamente, el astuto sacerdote se enteró de ello, siguió a la nana y la asesinó para que no le avisara a Nicté-Ha

El príncipe, al ver que su nana no volvía, rápidamente se puso su capa roja y se internó en la selva. Su corazón le decía que su amada estaba en peligro. 

Mientras tanto, Nicté-Ha, que no sabía nada acerca del siniestro plan del Gran Sacerdote, esperaba, como todas las noches, a su amado. Sentada junto al cenote, se contemplaba en el quieto espejo, el cual le devolvía la imagen de su gran hermosura. 

Cuando Chak Tzitzib llegó y la vio tan tranquila, respiró aliviado y la estrechó entre sus brazos. 

Pero aquí no termina la historia. El malvado sacerdote aguardaba oculto en la oscuridad tras un grotesco chechem. Al verlos abrazados, tensó su arco y dirigió una flecha envenenada al corazón de la joven doncella, atravesándolo con tal fuerza que la hizo caer al cenote. El cuerpo frágil y sin vida de Nicté-Ha se hundió rápidamente, desapareciendo de la vista de su amado. Instantes después, sólo flotaba en el agua su huipil blanco.

El príncipe, sin poder contener su dolor, lloraba amargamente y lanzaba gritos desgarradores: 
—¡Oh, Dioses! ¡Por qué permitieron este cruel final para nuestro amor! ¡Tengan compasión, no quiero perderla! ¡Quiero estar con mi amada para siempre! —rogaba el joven príncipe, elevando sus negros ojos al cielo.

Los dioses, al ver tan profunda tristeza, se conmovieron tanto que Yum Chak, el Señor de las Aguas, hizo flotar a Nicté-Ha y, junto con su huipil blanco, la transformó en un precioso nenúfar. Por su parte, Wayon, el Señor de los Pájaros, posó sus manos sobre el corazón sangrante de Chak Tzitzib y lo convirtió en un galante pájaro rojo: el cardenal. 

Desde entonces, todas las mañanas desciende el cardenal a los cenotes para trinar cánticos de amor a su adorada Nicté-Ha, la flor acuática.
FIN


Si deseas saber más sobre Nikté, visita: Chichén-Itzá y la princesa Sac-NictéSignificado de la palabra Nikté y Dictamen sobre la palabra Nikté.

A continuación, te invito a escuchar la jarana yucateca titulada "Nicté-Ha", compuesta por Rubén Darío Herrera Martínez (nacido en 1897 en Cansahcab, Yucatán; conocido como “Fatty jazz”):

Rubén Darío Herrera M.


Y el arreglo para guitarra de la misma obra, realizado e interpretado por Erik Jesús Baqueiro Victorín, para un proyecto del Municipio de Tizimín en 2006-2007:

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